lunes, 27 de agosto de 2007

Últimas palabras a un gran amigo


Estimado Adrián,

Parece mentira el tiempo que paso desde que nos conocimos, tanto y tan poco.

Hoy partiste hacia un nuevo destino y dejaste un vacío muy grande entre todos aquellos que te queremos, apreciamos y esperamos encontrarte nuevamente en algún momento.

Recuerdo cuando todas las tardes pasabas por la Biblioteca con tu valija, grande de cuero, pesada, antigua, parecía la de Mary Poppins; muchas veces me quedaba mirando asombrada esperando que sacaras el espejo y la lámpara. Incansablemente sacabas más y más libros y los colocabas sobre el mostrador. Todos los temas, historias, aventuras, conocimientos se diseminaban por doquier. Siempre me pediste que los libros estuvieran a disposición de todos aquellos que quisieran leerlos, para eso, dijiste, los estabas trayendo.

Hemos charlado de infinidad de temas, de San Lorenzo, del clima, de los alumnos, de las enfermedades, de tu lucha constante para superarla, y de tantas cosas más. Siempre con una sonrisa, incluso cuando estabas mal, alentando a todos aquellos que necesitaban una palabra afectuosa.

Cuantas veces me encontraste mal por diferentes motivos y simplemente con unas pocas palabras me robaste una sonrisa.

Sos una persona genial, tenes ángel, una luz especial que irradias a tu paso y digo sos porque en realidad no te fuiste y no vas a irte nunca; nos seguirás acompañando siempre aunque ya no podamos escuchar tu voz o verte, simplemente, porque esa luminosidad que siempre estaba presente contigo se quedo con nosotros, en cada libro que leíste, en cada palabra que pronunciaste, en cada pared que te albergó, en cada aula por la que pasaste, en cada persona que te conoció y transformaste. Porque es realidad, ese era tu gran secreto, tocabas con tu varita mágica a cada persona para que aflore lo mejor de cada uno.

Lo que más voy a extrañar Adrián, es llamarte por teléfono a tu oficina, por cualquier motivo, cuando en realidad lo que esperaba era que al hablar con vos pudiera aclarar mis propias ideas, el verte llegar al mediodía con tu incansable valija, que vos mismos contaste que pesaba una tonelada, desparramando un montón de libros, uno más interesante que el otro, compartir el mismo “amor” por algunas comidas prohibidas, porque engordan un montón, tus debates “filosóficos” con Daniel sobre San Lorenzo, y tu sonrisa, tu hermosa sonrisa, siempre presente, en todo momento.

Quiero agradecerte todos esos momentos que ya han pasado, gracias por contarme tu historia, tus tristezas al perder a tus padres, tus inicios tan difíciles como estudiante, que muchas veces te llevo a decidir si adquirir los apuntes para preparar tus trabajos o comprarte algo que querías mucho, aunque en realidad al optar por los apuntes adquiriste algo que querías mucho; tus ganas de saber, tu avidez lectora, y ese espíritu de lucha que mantuviste hasta el final.

Pero en realidad Adrián, no podemos hablar de un final, ya que como te dije antes siempre vas a permanecer con nosotros.

Sé bien que seguramente, en estos momentos, estás haciendo nuevos amigos, lo único que te pido, porque en realidad tengo un poco de envidia por todas aquellas personas que ahora estas conociendo y están disfrutando tu compañía, que no nos olvides.


Hasta pronto, Adrián, dónde quieras que estés.

No hay comentarios: